"El tiempo en las bastillas" es una de esas canciones que despliega un profundo simbolismo y reflexión sobre el tiempo, la memoria y lo efímero de la existencia. Interpretada por Fernando Ubiergo, un cantautor chileno conocido por su lírica poética y emotiva, esta pieza forma parte de su álbum "Mis mejores canciones", lanzado en 2011. La composición también muestra elementos característicos del género latino y del cantautor, donde se fusionan melodías suaves con letras cargadas de significado.
Las primeras líneas de la letra nos introducen a la idea de que el tiempo es capaz de guardar en "las bastillas" aquellas cosas que fueron olvidadas por el ser humano. Este concepto se puede interpretar como una metáfora del almacenamiento de la memoria colectiva, los recuerdos y los eventos históricos que no siempre son contemplados o registrados formalmente. La utilización del término "bastillas" sugiere algo tanto físico como emocional: guardan fragmentos de vida que han pasado desapercibidos, pero también pueden aludir a una profunda introspección sobre lo que elegimos recordar o dejar atrás.
El vuelo simbólico de las gaviotas es otro elemento clave en esta composición. Las aves son portadoras de mensajes y pueden representar esperanza o libertad; sin embargo, Ubiergo plantea un interrogante inquietante: "A quién le importará?" Aquí surge una ironía implícita al destacar nuestra desatención hacia lo que quizás debería preocuparnos más profundamente. Este cuestionamiento nos invita a reflexionar sobre nuestra conexión con el entorno natural y cómo desestimamos lo esencial para nuestra existencia.
La repetición de la idea del olvido a lo largo de la canción crea un ecosistema lírico donde se entrelazan el tiempo, las semillas y las experiencias humanas. Mientras las gaviotas traen vida del mar, las hormigas buscan migas en la tierra; ambas imágenes nos presentan seres pequeños e insignificantes que luchan por encontrar sentido incluso en su mínima existencia. La lucha por construir identidad frente al abrumador ruido urbano está encapsulada en versos como “el canto de un zorzal / se perderá en el ruido / de la gran ciudad”. Esto evoca una sensación nostálgica y melancólica por aquello que ha sido opacado por el progreso y la prisa contemporánea.
Cada estribillo enfatiza cómo "el tiempo guarda en las bastillas algunas cuantas semillas". Esta expresión puede interpretarse también como un guiño a la resistencia artística: a pesar del paso inexorable del tiempo, queda siempre algo valioso —una canción, un recuerdo— que florece aunque parezca perdido. Así, ubicar esos elementos olvidados cobra relevancia ante el regocijo creativo; cualquier momento puede transformarse en arte si se reconoce su valor intrínseco.
Entre los datos curiosos sobre esta canción destaca cómo encarna muy bien el estilo distintivo de Ubiergo como cantautor chileno. Su capacidad para intercalar temas universales con relatos locales ha logrado resonar con múltiples generaciones, cultivando una rica herencia musical dentro del panorama latinoamericano.
A través de “El tiempo en las bastillas”, Fernando Ubiergo no solo comparte su perspectiva personal sobre lo efímero e importante; también establece una conexión entre sus oyentes mediante reflexiones existenciales acerca del papel que desempeñamos frente al paso inexorable del tiempo y nuestras propias historias personales. En última instancia, esta obra no solo invita a escucharse sino también a encontrarse y reencontrarse con lo perdurable dentro del caos cotidiano. Es un recordatorio claro: aunque todo parezca olvido, siempre hay algo digno de ser preservado y celebrado.